Matéria publicada no portal TELESEMANA.COM por Noelia Tellez Tejada.
La Comisión Canadiense de Radio, Televisión y Telecomunicaciones (CRTC) impuso a los servicios de transmisión en línea a contribuir con el cinco por ciento de sus ingresos en el país al sistema de transmisión y generación de contenidos locales. La medida se inscribe en un contexto de debate global y regional en tono al fair share o la promoción de mecanismos para la contribución justa.
En el caso de Canadá, se trata de la implementación de la Ley de Steaming, que modificó la Ley de Radiodifusión local, que se aprobó hace un año. Luego de esa sanción, el regulador realizó un plan regulatorio y generó cuatro consultas públicas; en cuya última instancia contabilizó más de 360 contribuciones (disponible aquí).
La nueva normativa involucra la modernización del marco de transmisión local y crea un mecanismo de contribución económica para robustecer el sistema de contenido canadiense, con el aporte del cinco por ciento de los ingresos que las plataformas facturen en el país. Esto proporcionaría unos 200 millones de dólares canadienses por año (unos 146 millones de dólares estadounidenses), que alimentarán a la generación de contenido local, ya sea de noticias en radio y televisión, contenido en francés, contenido indígena y otros creados por y para comunidades minoritarias y merecedoras de equidad, entre otros.
Según Vicky Eatrides, presidenta y directora ejecutiva de CRTC, esta decisión “ayudará a garantizar que los servicios de transmisión en línea hagan contribuciones significativas al contenido canadiense e indígena. La CRTC seguirá moviéndose rápidamente, escuchando atentamente y tomando medidas a medida que implementamos la nueva legislación”.
A nivel global, el debate sobe el fair share está abierto y las miradas son discímiles. Mientras que para la GSMA un enfoque de este tipo es “esencial” para garantizar la existencia de una política de conectividad consistente; al igual que para la Asociación Europea de Operadores de Redes de Telecomunicaciones (ETNO) y su par coreana KTOA.
Como contrapartida, una coalición de empresas de contenidos del Viejo Continente, el Body of European Regulators for Electronic Communications (BEREC), y hasta el regulador de las telecomunicaciones en Bélgica (BIPT) advirtieron en diferentes momentos y con variados argumentos que la solución no está allí.
En la región, este debate también está muy presente en Brasil. Hace un mes, fue Juscelino Filho, titular del Ministerio de Comunicaciones de Brasil (MCom), quien dijo a la prensa local que trabaja en la creación de un instrumento tributario para que las tecnológicas hagan su aporte al desarrollo de la conectividad en el país.
Inclusive, la asociación que reúne a los operadores de telecomunicaciones, Conexis, brega por que el regulador local imponga un canon para que las big techs hagan un aporte por el tráfico de datos generados. Sin embargo, según trascendió en la prensa internacional, desde Estados Unidos le habrían advertido al país latinoamericano el riesgo que este impuesto podría introducir al violar los preceptos de neutralidad de la red.